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Pago de Carraovejas 2019 es un vino lleno de matices. Los matices florales acompañan a la fruta en una elaboración marcada por su elegancia, intensidad y estructura.
La añada 2019 se caracterizó por un invierno poco frío y con escasas precipitaciones. Gracias a las abundantes lluvias del 2018, la viña conservó una reserva hídrica que produjo un desarrollo perfecto durante todo el ciclo de la vid. La brotación y la floración se desarrollaron de una manera equilibrada en cada una de las variedades de la finca. El envero y la maduración comenzaron en torno a la mitad del mes de agosto y las bayas tuvieron un crecimiento muy homogéneo. La vendimia se inició el 18 de septiembre, fecha en la que se empezó a recoger la variedad más temprana, merlot, seguida del tempranillo y el cabernet sauvignon con el que se finalizó la recogida el día 5 de octubre.
Pago de Carraovejas 2019 es el reflejo más honesto del valle al que debe su nombre. Un entorno en el que las viñas escalan sus laderas para conformar un paisaje singular. En la superficie de sus suelos de geología terciaria, afloran las margas calizas, arcillas y areniscas. Son terrenos que obligan a las vides a un esfuerzo por autorregularse y dar lo mejor de sí mismas. Parcelas que confluyen en una orografía marcada por su mesoclima único. Los viñedos se distribuyen desde las zonas medias hasta los páramos que superan los 900 metros de altitud; desde la ondulación suave que desciende hacia el arroyo, hasta las parcelas que superan el 30% de desnivel. Laderas orientadas al sur y al norte, cada una con su personalidad, dibujan el perfil propio del valle de Carraovejas.
La primera selección de racimos se hace en la propia viña. Posteriormente, se realiza una doble selección en bodega: de racimos y de bayas. El trabajo por gravedad permite respetar la materia prima al máximo. La fermentación por parcelas, el uso de levaduras propias y el sosiego son las pautas de la elaboración de Pago de Carraovejas. El vino se afinó en barricas de roble francés y americano en torno a 12 meses. La paciencia, el cuidado y la atención por cada detalle dieron como resultado un vino que, tras clarificarse con clara de huevo natural, se embotelló en la primavera de 2021.
El vino se afinó en barricas de roble francés y americano en torno a 12 meses. La paciencia, el cuidado y la atención por cada detalle dieron como resultado un vino que, tras clarificarse con clara de huevo natural, se embotelló en la primavera de 2020.
Pago de Carraovejas es origen. Desde sus primeras nueve hectáreas nace este proyecto que aspira a convertir un sueño en una bodega referente dentro de la Ribera del Duero. El inicio de su trayectoria se remonta más de tres décadas, cuando nace Pago de Carraovejas como respuesta a la aspiración de José María Ruiz de conseguir un gran vino en una de las zonas con más potencial del momento.
La historia de José María y el mundo del vino tiene su punto de inicio unos años antes, en 1971, cuando acude como representante español al ‘Primer Concurso Mundial de Sumilleres’ celebrado en Milán. Aquella experiencia fue el germen de su deseo de poner en marcha su propio restaurante, junto con sus propios vinos. Cuando ya estaba plenamente dentro del mundo de la restauración desde la apertura en Segovia de su ya prestigioso Restaurante José María en 1982, seguía manteniendo su empeño por poner en marcha el proyecto de una pequeña bodega para poder ofrecer la mejor calidad en los vinos de su restaurante.
Así comienza la historia de Pago de Carraovejas, cuando en 1987 se asienta la bodega en Peñafiel, más concretamente en las laderas de Carraovejas. El enclave de estas primeras nueve hectáreas, elegido por ser un gran centro histórico de los vinos de la Ribera del Duero y una de las zonas con más futuro de los vinos de España debido a su situación, suelos y clima, es el arranque de un proyecto con ya más de treinta vendimias.
La primera añada, en 1991, de los apenas 70.000 kilos de las 25 primeras hectáreas en producción, marca el origen de Pago de Carraovejas.
El alcance de lo que fue un ambicioso sueño va superando, a lo largo de los años, enormemente las expectativas en sus inicios y es en 2007 cuando se inicia una nueva etapa con la incorporación de Pedro Ruiz al proyecto. El nuevo liderazgo llega con una fresca perspectiva empresarial que ante el exponencial crecimiento de Pago de Carraovejas, decide trazar nuevos retos en los ámbitos de la sostenibilidad, como criterio que debe guiar la actividad de la empresa; la innovación, como motor de desarrollo y progreso; o el enoturismo, como modo de abrir el proyecto a todos sus clientes con transparencia y honestidad.
La filosofía de presente y futuro de Pago de Carraovejas parte de la idea de crear experiencias inolvidables en torno al vino, apostando por proyectos singulares en busca de un propósito superior, con el compromiso de construir un legado único.
Este fin es el que se ha ido perpetrando a lo largo de la historia de Pago de Carraovejas con sus diferentes proyectos en sintonía con Alma de Carraovejas.
«El reto ahora es poder inspirarnos, cada día, para desarrollar productos y servicios auténticos, apoyándonos en una organización feliz y sostenible consigo misma y con su entorno, buscando la superación constante, para conseguir la máxima calidad mediante la innovación, obstinados en preservar la cultura propia de la organización y de las personas que la componen como un patrimonio.»
Siempre con la cabeza en las nubes y los pies en la tierra.
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